El día de ayer escribí sobre cómo la situación personal de un dueño o directivo puede afectar el desempeño de su empresa. Ante eso sugerí la profesionalización como un antídoto.
Hoy escribo sobre uno de los principales obstáculos a la profesionalización, que reside en la mente de todo dueño:
Que al profesionalizar una empresa estará entrenando (y financiando) a su futura competencia.
Al centralizar todo el conocimiento, las decisiones, los procesos y las relaciones con los clientes, un dueño se protege de esta situación. Sin embargo, termina haciendo imposible profesionalizar su empresa.
Sin embargo, conforme llega el crecimiento de una empresa y aumentan las ambiciones, la dependencia en el dueño se va volviendo un obstáculo hasta que progresivamente insostenible.
Los riesgos a la empresa se van acumulando y las demandas sobre su dueño se vuelven sobrehumanas.
Desayunaba con un asesor de financiamiento empresarial y me contaba cómo esta dependencia siempre es evaluada (y castigada) por inversionistas, banqueros y potenciales socios.
Entre más dependencia, más riesgo y más difícil las autorizaciones de un crédito.
A pesar de esto, los dueños no están errados en su paranoia.
Hace meses un socio de una empresa me contaba que su posición competitiva se había deteriorado pues algunos de sus empleados se habían independizado para lanzar sus propias empresas para competirle exitosamente en su mercado.
El origen de este problema está en uno de los consejos más populares y nocivos en la literatura de negocios:
Creer que para reducir la dependencia en el dueño hay que DELEGAR actividades y responsabilidades).
El problema con delegar es que un dueño o Director General termina por entrenar pequeños clones de sí mismo.
Y pues sí, algunos de ellos pueden cometer parricidio.
¿Si la dependencia no se disminuye delegando, entonces qué hay que hacer?
Esto está intrínsecamente ligado a cómo profesionalizar una empresa de forma efectiva:
Creando sistemas y funciones que potencíen la operación y el éxito de una empresa sin que dependa de una persona.
Así, no habrá una sola persona que pueda cumplir todas las funciones o que sustituya al Director General en su totalidad.
Solo habrá partes que cumplen funciones específicas y que en su totalidad producen el resultado.
Esto disminuye de forma significativa el riesgo de que un empleado monte una empresa que compita.
Por ejemplo, puedes separar el conocimiento técnico del producto del equipo comercial por lo que no será fácil que con puro relacionamiento un ejecutivo de ventas se lleve la cuenta a otro lado.
Puedes separar la atención al cliente del equipo de operaciones, reduciendo la tentación y capacidad de los operativos de vender sus servicios de forma independiente.
Uno de los grandes beneficios de esta forma de profesionalizar una empresa es que evitarás seguir concentrando los riesgos en una persona (solo que ahora no eres tú, sino un tercero).
En todo caso, si estás en proceso de profesionalizar tu empresa, o tienes la necesidad de hacerlo, estaré encantado de apoyarte como asesor para ayudarte a hacerlo de la forma más efectiva, quirúrgica y con menos riesgo.
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