Todos hablaban al mismo tiempo.
El volumen subía progresivamente hasta llegar a los gritos.
Uno hablaba sobre economía, otro sobre política, otro sobre negocios, otro sobre sus viajes, otro sobre la pandemia y un último sobre su familia.
Todos querían ser escuchados, pero nadie estaba dispuesto a callar y escuchar al otro.
¿Qué clase de reunión es esa? ¿Por qué hay tantas reuniones así?
Ese es el resultado de volvernos ensimismados.
Hay personas que me dicen: “No soy bueno para las ventas. No me gusta hablar mucho.”
¿Sabes qué? A esa persona le va a ir muy bien.
Vender no se trata de hablar mucho. Se trata de entender las necesidades, oportunidades y problemáticas de tu prospecto.
Se trata de comunicarte a nivel personal, emocional, psicológico, racional, técnico y económico.
Hay que entender a nuestro prospecto para construir la narrativa del futuro que incluye a tu producto o servicio.
En cambio, la mayoría piensa: “Tengo que presentarle mi portafolio, seguro algo le interesa. Sin tan solo me escuchara…”
Si partimos de ahí, ya perdimos.
Una buena comida entre amigos implica dialogo. Es lo mismo en las ventas.
Cállate, escucha y una vez que entiendas lo que tu prospecto tiene que decir, construye a partir de eso.
Así es como llegarás lejos.