Aterrizamos en Nueva York y lo primero que hicimos fue ir a la tienda de Hugo Boss en Columbus Circle.
Después de dos escalas, la maleta de mi mentor no había llegado y teníamos que correr a nuestra reunión con un miembro del consejo del New York Times.
En ese momento, los medios digitales estaban disrumpiendo el modelo de negocio de los periódicos. El NYT la estaba pasando muy mal y mi mentor tenía una extraordinaria idea para darle la vuelta.
Semanas antes, me había insistido que le consiguiera esa reunión.
Nadie nos conocía. No teníamos contactos. No teníamos credibilidad en la industria. No éramos dueños de ningún periódico.
La mejor forma que se me ocurrió de conseguirla fue enviar un correo en frío. Lo envié y lo olvidé. No tenía muchas expectativas.
Un día, de la nada, nos buscaron para darnos un espacio.
Fue una de las primeras veces que experimenté el poder de un correo en frío. Es impresionante lo que puedes lograr haciéndolo bien.
¿Estaba personalizado?
Ni remotamente. El correo estaba dirigido a un directivo y nos recibió otra persona, un miembro del consejo.
¿Entonces cuál fue la clave?
La relevancia. La viabilidad del NYT estaba en duda en ese momento. En el correo, articulamos de forma muy precisa su principal problema y una nueva forma de ver las cosas.
Un correo te puede llevar a donde sea. Incluso a Nueva York.
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